Comentario
Los conquistadores normandos importaron a su nuevo territorio sus tradiciones constructivas. Obispos y abades hacían venir de Normandía maestros de obras e, incluso, a veces, los mismos materiales para erigir monasterios y catedrales iguales a los de su tierra de origen. De esta manera las monumentales fábricas se convertían en símbolos imponentes del poder de los vencedores.
En Normandía la arquitectura del pleno románico había heredado de sus primeras manifestaciones una especial preocupación por la articulación del muro que ahora desarrollará ampliamente. Dos iglesias monásticas, la Trinidad y San Esteban de Caen, construidas bajo el patrocinio de Guillermo el Conquistador y su esposa Matilde de Flandes, se convertirán en el modelo arquetípico en el que se inspiren los constructores anglonormandos.
La iglesia de San Esteban debía estar muy avanzada en su construcción cuando, en 1087, era enterrado en el presbiterio su fundador. La cabecera original adoptaba la tradicional fórmula de ábsides escalonados. La fachada presenta una triple entrada flanqueada por dos torres. Será en los ocho tramos de las naves donde el constructor normando experimente su interés por realizar unos paramentos dinámicos, en los que líneas y arcos dibujan un movido juego de luces y sombras. Los muros que flanquean la nave central se articulan en tres órdenes superpuestos: el intercolumnio, la tribuna y las ventanas por donde corre un ándito que perfora el muro con estrechos túneles. La iglesia de la Trinidad, coetánea en construcción con la anterior, sufrió importantes transformaciones en el XII y una radical restauración en el XIX. Por lo que podemos suponer, se trataba de un templo de análogas características al anterior.
El románico de los edificios de Caen se acusa en la primera catedral normanda en territorio insular, Canterbury. Su constructor fue el arzobispo Lanfranco, designado por el duque Guillermo en 1070. Iniciadas de inmediato las obras, en el templo celebraban ceremonias litúrgicas en 1077.
Dos años después, 1072, se fundaba la catedral de Lincoln. Lo que perdura en la actualidad de este edificio se reduce a las partes bajas y medias de su parte occidental. Todo ello de una gran robustez, lo que le confiere el aspecto de iglesia-fortaleza. Volúmenes sólidos y masas compactas son las características de estas primeras manifestaciones tal como podemos detectar también en San Albano (Hertfordshire) y en la catedral de Winchester construida por el obispo normando Walchelin entre 1079 y 1093.
El obispo Guillermo comenzaba la construcción de la catedral de Durham en 1093, con la solemne disposición de la primera piedra el 29 de julio. Se trata del primer gran edificio totalmente abovedado del románico inglés. La primera campaña de obras se prolongaría hasta 1104, año en que se trasladaron las reliquias de san Cutberto al coro de la nueva catedral. Un segundo periodo de construcción concluiría con la dedicación del año 1133. Es un característico templo de tres naves, con un profundo presbiterio de igual estructura, y un gran transepto. Lo más significativo del edificio son sus curiosas e imperfectas bóvedas de ojivas. Tan sólo las de las naves colaterales corresponden a la construcción original, así como el especial cuidado con que se aborda la articulación de los paramentos de los muros de la nave central, con los consabidos tres niveles -intercolumnio, tribuna y orden de ventanas con ándito-. Un desmedido afán decorativo lleva al constructor a doblar todos los arcos y aplicarles una continua ornamentación denticular.
La catedral de Ely tuvo un proceso constructivo contemporáneo al de Durham. Comenzadas las obras siendo aún abadía, bajo el gobierno del abad Simeón, antiguo monje de Ruán, se concluye la cabecera y el transepto cuando es promovida a sede catedralicia en 1109. Manteniendo en líneas generales la solución de Durham, todo aquí se muestra más sencillo y simplificado, prescindiendo también del abovedamiento. En la misma tendencia simplificadora debemos incluir la catedral de Norwich. Había emprendido su construcción el normando Herberto, antiguo prior de Fecamp, realizándose una dedicación parcial en 1101, aunque lo esencial de la obra no se concluiría hasta poco antes de 1145.
La culminación de la investigación de los arquitectos anglonormandos sobre el tratamiento de los muros y su desmaterialización se logra en la catedral de Peterborough, obra ya de la segunda mitad de XII, coincidiendo con algunas de las experiencias de la primera arquitectura gótica francesa. La elevación en tres pisos se mantiene tanto en cabecera, como transepto y naves, lográndose de esta manera el triunfo definitivo de la primitiva solución muraria experimentada en las iglesias normandas del primer románico.
La arquitectura monástica tendrá en las fundaciones de los cistercienses sus más importantes y monumentales fábricas arquitectónicas. Las iglesias de estos cenobios responden a la consabida tipología de ábsides de testeros rectos y dispuestos en batería sobre una amplia nave de crucero. Aunque modificados en parte los templos de Tintem (Monmouth), Kirkstall (Airedale) y Rievaulx, cerca de Helmsley, son un buen testimonio de este prototipo en las primeras fundaciones del Císter en Inglaterra.
Las actuales ruinas de la abadía de Fountains en el hermoso valle regado por el Skell nos transmiten todavía la grandeza de uno de los conjuntos monasteriales más bellos del medievo inglés. Su historia monumental comienza con la construcción en 1135 de una iglesia que adoptaba la forma de Clairvaux, que vería transformada su cabecera a comienzos del XIII para elevar un presbiterio más grande, ya de estilo gótico. Las dependencias claustrales que siguen el esquema tradicional de la orden en su ubicación topográfica, tuvieron que alcanzar formas amplias para poder albergar su numerosa comunidad: la sala capitular es una profunda dependencia de tres naves, mientras que el refectorio se desarrolla en dos naves.
La arquitectura militar adquirió una gran importancia al constituir el principal instrumento de dominio del territorio conquistado. Mediante la construcción de grandes torres se aseguraba la situación dominante de las guariciones normandas sobre la población anglosajona. Al principio sirvieron los tradicionales baluartes, formados por una empalizada, un foso y un parapeto de tierra, pero pronto fueron sustituidos por imponentes bastiones de piedra.
La White Tower en la fortaleza de Londres, construida por iniciativa de Guillermo el Conquistador, en 1077, es el más sofisticado ejemplo de esta arquitectura militar normanda. Su forma rotundamente cúbica con torres cuadradas y semicirculares en las esquinas se divide en tres pisos, teniendo en la segunda planta el salón noble y la capilla palatina, dedicada a San Juan, que se encaja en la torre del sudeste. En el tercer piso se dispone un pasadizo mural similar al ándito que hemos descrito al nivel de los ventanales de las iglesias.
La arquitectura irlandesa siguió durante gran parte del siglo XII muy apegada a las formas tradicionales: templos compuestos de dos o tres ámbitos cuadrados y torres circulares. La caracterización románica al principio se limitaba a la adopción de formas meramente epidérmicas, ornamentación escultórica aplicada a los vanos. La transformación del monacato con la llegada de los cistercienses, a la vez que la incorporación del territorio irlandés al reino de Enrique II, contribuyó decisivamente a la implantación definitiva de la arquitectura románica en las nuevas construcciones monasteriales. Abadías como Mellifont y Boyle, fundadas a mediados del XII, verán surgir sus monumentales fábricas a finales de siglo o durante la centuria siguiente.